Otra gira del Peje; otro fiasco

Dr. Shivago
dr_pin_shivago@hotmail.com  

Lo dicho; al final resultó ser otra más de esas supuestas giras de dizque trabajo que no le dejan nada a la entidad salvo una cantidad enorme de verborrea saturada de barbaridades, ofensas y amenazas hacia todo aquel periodista que no le queme incienso y ose además exhibirlo en su falso discurso de austeridad republicana

Lejos pues, de que esta nueva visita que hizo el Peje López a Sonora durante este pasado fin de semana sea recordada por algún anuncio importante en materia de inversión o la puesta en operación de alguna obra de relevancia, como seguimos esperando suceda algún día con el caso del Hospital General de Especialidades, manteniéndose como un elefante blanco, trascenderá por haber sido aquí donde se descaró en su papel de aspirante a dictador en su arremetida en contra del periodista Carlos Loret de Mola y de organizaciones como Mexicanos Contra la Corrupción

Queda claro que esa investigación periodística que reveló la vida de lujos y excesos que lleva en tierras texanas el primógenito del mesías de Macuspana, José Ramón López Beltrán, presumiblemente ligados a actos de corrupción como es el tráfico de influencias, se trata de un golpe demoledor al mundo de fantasía que diariamente nos pinta el inquilino de Palacio Nacional y que además podría ser apenas la punta del iceberg de todo lo que todavía falta por exhibirse del resto de los hijos del tabasqueño. 

De ahí precisamente que esa abierta amenaza hecha en  contra de Loret de Mola, y que el resto de quienes ejercemos el periodismo debemos entender como extensiva, sea a su vez un intento de su serenísima pejestad por frenar lo que ya sabe que viene por el lado de sus otros dos vástagos mayores de edad como Gonzalo Alfonso y Andrés Manuel, este último apodado “el Andy” y de quién dicen es el mayor de los depredadores del presupuesto gubernamental y con enorme influencia al interior de Morena; hagan de cuenta que es el velociraptor de la familia. 

Pero bueno, regresando al tema de la visita de tres días a Sonora por parte de López Obrador, el resultado sigue siendo el mismo de las quince veces anteriores, mucho ruido y nada de nueces, como queda demostrado con esas supervisiones de avance de obras en las escuelitas de beisbol de esta capital y Cajeme, como si esto fuera la prioridad para los sonorenses que exigen más recursos para la rehabilitación de infraestructura urbana, para seguridad pública, para educación, para salud, etcétera. 

Porque tampoco me vaya a salir alguien con la vacilada de considerar un anuncio trascendente eso de preparar oooootro plan de justicia, ahora para la etnia Seri, como si los rezagos entre las distintas etnias del país no fueran prácticamente los mismos y que deben atenderse por igual y sin dilación alguna. 

Ahora sí que ya chole con tanto plan de justicia para cada etnia o región del país; se le está acabando el sexenio al Peje y éste sigue con sus propuestas como si estuviera todavía en campaña, evidenciando a su vez que sus tres años y fracción que ya lleva al frente del país han servido para pura tiznada. 

Mejor que anuncie de una vez un plan de justicia para México y se deje de estulticias. 


DOS BUENAS INTENCIONES 

Por cierto, en el caso del llamado Plan de Justicia Yaqui, de llamar la atención las dos propuestas que hizo ayer el gobernador, Alfonso Durazo Montaño en torno a la creación de una zona económica al interior del territorio indígena, así como la construcción de un parador turístico que sea operado por los mismos miembros de la tribu y cuyos ingresos les permitiría a su vez sufragar gastos de infraestructura que requieren. 

En el primero de los temas destacó que diariamente salen de sus comunidades indígenas alrededor de 3 mil jóvenes yaquis que se emplean en empresas maquiladoras en las zonas urbanas de Guaymas y Empalme, por lo que el siguiente paso será fomentar la inversión de estas naves industriales al interior del territorio Yaqui, a fin de que no haya necesidad de desplazarse fuera de su entorno. 

“¿Por qué no definir una zona económica especial que permita el establecimiento de alguna de esas mismas empresas aquí en la etnia? De tal manera que la gente no tenga que trasldarse 40, 50 minutos, una hora diariamente, de ida o de vuelta, a tener sus empleos aquí”, recalcó Durazo Montaño durante una reunión con las autoridades yaquis. 

Y mire usted que la idea no es mala, pero por desgracia en los hechos esto choca con otra terrible realidad como es la idiosincrasia de la etnia, es decir su característica forma de ser que un día dicen y hasta firman acuerdos en tal o cual sentido, y al día siguiente ellos mismos lo desconocen, situación que dejaría en la indefensión a los potenciales inversores en esa posible zona económica. 

¿Se imagina usted a una empresa maquiladora como Tetakawi, invirtiendo millones de pesos en la construcción de una enorme nave industrial para rentarla a maquiladores, y que pasados unos meses la guardia tradicional impide el acceso de la materia prima hasta que no se pague un nuevo impuesto por operar dentro del territorio Yaqui? 

En lo personal veo poco probable que alguna empresa maquiladora quiera correr arriesgarse a ser víctima de la intransigencia con que suelen actuar las autoridades tradicionales yaquis. 

Ahora bien, respecto a esa otra propuesta hecha por el gobernador Durazo para la construcción de un parador turístico que sea administrado por la propia comunidad indígena y cuyos ingresos sean para aplicarse en obras de infraestructura al interior del territorio Yaqui, igual saltan de inmediato algunos asegunes. 

El primero de ellos es que ya existe un parador turístico hecho en tiempos de Guillermo Padrés Elías en las inmediaciones de Loma de Guamúchil, el mentado Danzante Yaqui, ahí donde instalan precisamente los retenes de extorsión a automovilistas, y sin embargo las autoridades yaquis jamás le han dado ese uso. 

Es una realidad que lo que menos quieren los yaquis es trabajar, y de ahí que también veo muy poco viable esta propuesta planteada por Alfonso Durazo. 

Y es que, digo, el infierno está empedrado de buenas intenciones. 

Hasta luego