No debe causar sorpresa la información del afamado vocero respecto a que pudiéramos tener más de 26,000 casos de coronavirus. Desde el inicio se dijo que los 12 casos que se estaban reconociendo no significaba que fueran todos, debido a la facilidad con que se contagia el virus.
El dato da más precisión de los escenarios. Ayer Oliva López, secretaria de Salud de la capital, dijo que a través del Método Centinela, del que hablaba López-Gatell el miércoles, se estima que en la ciudad podrían estar infectadas más de 6,000 personas.
Es muy probable que sean más de 26,000 casos en todo el país nos dicen expertos. Estas cifras nos van haciendo conscientes de que el tamaño del problema es por mucho mayor. Lo que hicieron las autoridades fue ponernos al tanto con una información que, por las razones que se quiera, se fue pasando de largo; suponemos que habrá motivos por los cuales la pusieron en la mesa.
Todos estos escenarios obligan a una mayor atención, la cual pasa por los deberes ciudadanos y, sobre todo, por una revisión a detalle de lo que está pasando en el país y en particular en los hospitales.
Muchas de las denuncias y protestas por parte del personal de salud tienen el objetivo de tratar de resolver el enorme problema que cotidianamente se presenta y que está colocando al personal, sin exagerar, entre la vida y la muerte.
Como se ha venido evidenciando el problema está en la falta de medidas de atención, protocolos y la carencia de instrumental para atender a sospechosos y enfermos. A esto se debe que se hayan presentado contagios en diferentes hospitales del IMSS.
Más que meterse en terrenos de si es cierto o no como lo han venido haciendo, lo cual en este momento es absurdo, lo que se tiene que hacer es atender y crear protocolos, porque mucha gente al sentirse mal lo que hace es ir a la clínica u hospital más cercano, con todos los riesgos que esto contrae.
Si nos atenemos a las cifras reales, aunque no se tengan detectados a los más de 26,000, es obvio que mucha gente está yendo a los hospitales en donde si no se les atiende seguramente van a otro nosocomio esperando por fin alguna atención.
Nancy, una enfermera que nos pidió el anonimato, nos contaba, sin poder dejar de toser, que ha visitado al menos tres hospitales desde los cuales le dicen que no la pueden atender. En el camino, nos dice, se suma que “no tengo dónde dejar a mi hijo que tiene autismo, sé que no soy la única persona con hijos o parientes con discapacidad, yo les pido que lo tomen en cuenta”.
En medio del drama, dolor y confusión, que seguramente se agudizará, aparece como comedia del absurdo que los empresarios y el Presidente no se puedan poner de acuerdo en algo que tiene que ver, como le decíamos ayer, con más de 123 millones de personas.
Siendo que atravesamos un momento tan grave y delicado de consecuencias incalculables, presumimos que están obligados, al menos, desde todos los puntos de vista, éticos y morales, a llegar a acuerdos básicos.
Si no piensan de manera integral en el país, sin duda bajo la premisa de primero los pobres, no hay forma de salir de un problema que afecta a todos y que es de todos. Una crisis como la que vivimos saca lo mejor y también lo peor de nosotros. Es uno de esos momentos de vida en los que nadie se puede salvar solo, si no es con la colectividad no hay manera de poder superar la crisis.
El obligado encierro más allá de las reflexiones que cada uno de nosotros haga en lo personal, debiera ser ocasión para preguntarnos el papel que hemos jugado y quisiéramos jugar en sociedad.
Sería brutal no hacer un acuse de recibo de un momento único de la historia del mundo y de nosotros.
RESQUICIOS.
La música ha aparecido por las calles de la ciudad. Igual se escucha y se ve a trompetistas, marimbas, tríos y grupos de salsa. Hay que ganarse la vida de alguna manera en los tiempos de coronavirus, los agradecidos somos quienes los escuchamos.
QUEBRADERO / Por Javier Solórzano Zinser / razon.com.mx


































