Manuel Fernando López
Como nunca, el miedo, el horror galopa sin freno en cada casa, calle y rincón de nuestra ciudad.
La desconfianza, plasmada como máscara trágica en cada rostro; basta un simple estornudo para que en lugar de la socorrida frase de “¡Jesús te ampare!” surgida con la mortandad dela peste negra en nuestro país, pongamos mucha distancia de por miedo con nuestro prójimo.
Es la ruleta de la muerte, donde está girando a diario la “mazorca” del arma, con solo una bala y, obviamente queremos le toque a otro en un egoísmo entendible como seres humanos.
Cuán frágiles somos, hoy de hinojos ante un monstruo surgido miles y miles de kilómetros de América y, está diezmando a la población, mientras un ejército de científicos busca el antídoto.
Sin embargo no es alentador: encontrarlo según los expertos llevará hasta doce meses si no más y, cuando esto ocurra –ojalá—quien sabe cuánto más tiempo para hacer posible su producción masiva.
Mientras, preparémonos en todos los aspectos y ojalá este tétrico escenario donde el aislamiento es clave, sirva a muchos políticos oportunistas—hay muy honrosas excepciones—para hacer un alto en sus ambiciones-
Es la hora del horror, de hincar la rodilla.
¡Alea jacta est!.































