Las cosas ni están bien, ni van bien

Luis Soto/ Agenda Confidencial /Opinión El Heraldo de México

Las cosas en el país no solamente no están bien; lo peor es que no van bien. La economía permanece prácticamente paralizada y no hay indicios de que pueda salir de ese pésimo escenario.

Finalmente, el secretario de Hacienda y el gobernador del Banco de México agarraron valor y declararon, cada quien por su lado, que las cosas en el país están de la… fregada; que el decrecimiento económico para este año será de entre 8.7 y 9.3 por ciento; que el próximo año y los que siguen seguiremos en la mediocridad. Y que, si no nos morimos por la pandemia, nos vamos a morir de hambre, han dejado entrever aquéllos en sus más declaraciones recientes.    

Las cosas en el país no solamente no están bien; lo peor es que no van bien. La economía permanece prácticamente paralizada y no hay indicios de que pueda salir de ese pésimo escenario. El gobernador del Banco de MéxicoAlejandro Díaz de León, repite, como disco rayado, que urge el Estado de Derecho – al que ya enterramos desde hace varios años, acotan los sepultureros– para que lleguen al país más inversiones y alcancemos tasas de crecimiento más elevadas”.  El secretario de Hacienda, Arturo Herrera, declara lo que todo México ya sabe: que la crisis sanitaria y económica “son un reto tremendo”.  ¡Y qué piensan hacer! Exclaman millones de personas que se han visto seriamente afectadas y no han recibido apoyo de nadie, mucho menos del gobierno.        

Decir que lo peor de todo es que las cosas no van bien, no es un juego de palabras. Los hechos demuestran que esa es la única manera de expresar lo que acontece en la vida cotidiana del país. Lo que sí hay que calificar como malabarismos verbales son las líneas discursivas gubernamentales y la retórica demagógica de algunos funcionarios, que ante la inocultable realidad negativa que vive México, dibujan a diario, con increíble insistencia, una fantasía social, económica y política que sólo existe en las palabras, pero sólo ahí, en ningún otro sitio.

Ya está avanzado el segundo año del sexenio 20182024, y los indicadores sociales y económicos están para llorar, pero también, y de manera muy señalada, los indicadores políticos. La clase política no ha tenido durante esta administración un desempeño siquiera aceptable, y tampoco da señales de mejoría. Hay que decir que esta privilegiada clase, divorciada de la sociedad a quien dice representar, incluye a los poderes Ejecutivo, Legislativo y Judicial de los tres órdenes y niveles de gobierno -federal, estatal y municipal-, a los partidos y a los líderes sociales y sindicales. A todos.