Narrativa y Discurso 2021

Por: Marco Antonio Andrade Aguirre
andrade.aguirre@hotmail.com

Los procesos electorales en nuestro país nunca son iguales, aunque los candidatos, los partidos y los actores políticos representan lo mismo, ó en su caso, señalan las mismas problemáticas y propongan las mismas soluciones. 

La nueva realidad política es que las elecciones, de cualquier nivel, son cada vez más complejas y competitivas. Ningún partido y ningún candidato tienen la capacidad de ganar por si mismo ninguna elección. Las coaliciones y las alianzas electorales, representan, como quedó demostrado desde la elección presidencial del 2000 hasta el 2018, el fiel de la balanza de los procesos electorales.

En contraparte, la sociedad es también cada vez más crítica y rigurosa en el análisis y en la decisión para otorgar su voto a favor de un partido ó un candidato. 

En la lógica común cuenta el historial del partido, sin duda, pero las habilidades de comunicación y empatía del candidato, aunadas a sus capacidades de formación académica e inteligencia política, son determinantes para obtener el apoyo ciudadano, aunque éstas no sean suficientes para garantizar gobiernos honestos.

Más allá de los votos requeridos y quien de los tres principales candidatos en el proceso actual, Alfonso Durazo, Ernesto Gándara y Ricardo Bours, disponen de mayores recursos para disputar y ganar la gubernatura, el tema central de las campañas debe tener un enfoque político cualitativo para construir una narrativa y  un discurso distinto basado en un conjunto de propuestas factibles, realistas y razonables para afrontar y resolver la creciente agenda de problemas y prioridades del ciudadano, como es un mejor sistema de salud pública, seguridad, empleo, educación y bienestar social, incluyendo una nueva estrategia y un compromiso eficaz contra la corrupción y la impunidad de los últimos 12 años.

Sería impensable un compromiso quid pro quo para un borrón y cuenta nueva sin un inventario previo de fiscalización y transparencia presupuestal. 

Es decir, ningún candidato a gobernador debe sustraerse de la oportunidad ni abdicar del momentum historico para diseñar una política anticorrupción integral, bajo la perspectiva de una sociedad que sobrevive, desafortunadamente, en la precariedad socioeconómica actual. 

El objetivo es institucionalizar políticas y acciones de gobierno que, como dijo Baltazar Garzón en su reciente libro NO A LA IMPUNIDAD, “terminen con las autoridades remisas en cumplir su función preventiva y correctiva del abuso del poder y de la reiteración cíclica de delitos cometidos por servidores públicos”. Ese sería el mayor legado del futuro gobernador de sonora. 

En ese contexto, es pertinente la exploración de ideas y alternativas para orientar la industrialización planificada del estado, el aprovechamiento y producción de energías naturales, la promoción del gran turismo y una nueva política de capitalización de la industria minería, como sería la instalación de fundidoras ó refinerías de metales y minerales, cuyos ejes temáticos jugarían un papel crucial para la transformación y el desarrollo económico del estado y sus regiones. 

Esa es la ruta para trazar y construir, sin retórica ni simulaciones, el Sonora del siglo XXI. Es indispensable que la creatividad y las propuestas innovadoras, para superar las actividades productivas tradicionales, sean las directrices de un discurso inteligente y más propositivo por parte de los candidatos a gobernador. 

La demagogia y la retórica inútil, aunadas a la necesidad de prescindir de las acusaciones y las divergencias insubstanciales, es necesario desterrarlas como formas anacrónicas de hacer política. 

El pragmatismo y la simplificación de nuestros múltiples problemas requieren ser proscritos, como mecanismos tradicionales para gobernar, entender y ejercer la política.  Es el tiempo de los gobernantes serios, congruentes y comprometidos con las verdaderas causas de la sociedad. 

Sonora no aguanta otro gobierno de corrupción, ni otro sexenio de simulaciones.  

Es la hora de subir el nivel y rescatar la utilidad social de la política.

Salud.