Hampones al ataque

Manuel Fernando López

Si algún lector sabe dónde anda en estos momentos Cuauhtémoc Galindo Delgado, el hampón que saqueó en forma brutal las arcas municipales de Nogales, favor de informarme; lo último sobre él, fue que tras despojarse del ropaje de panista, con el cual llegó a la presidencia municipal, previo paso por el paraíso como diputado local, corrió a los brazos de Alfonso Durazo Montaño y Morena, para luego, no soportando más el clamor de las multitudes, se unió al engendro que en Sonora encabeza el otro sinvergüenza de Francisco Bueno Ayub Delgado, para buscar la gubernatura de Sonora con tales siglas, cuya dueña es la corruptérrima Elba Esther Gordillo .

Pareciera que los pidieron por catálogo, toda una colección de pillos cuyo lugar desde hace rato debería ser la cárcel; mientras a los más jodidos les aplican el vil garrote y aquello de aplicarles la ley “hasta sus últimas consecuencias”, a estos depredadores del erario, todas las canonjías y consideraciones.

Más allá de esta disgregación sobre este tipo –Cuauhtémoc—va la siguiente y, sobre la cual, los nogalenses, deben tener mucho cuidado, es la amenaza de que el candidato para la alcaldía el nefasto ex administrador aduanal, Juan Francisco Gim Nogales llegue a triunfar por Morena como tal.

Gim Nogales

¿Por qué?: más allá de que es un personaje con oscuro pasado, hay otro agazapado , listo para volver a las andadas en caso de dicho triunfo –faltan las impugnaciones—llamado Ernesto Fernández Portillo, de negra memoria en los anales policiacos y, en los últimos tiempos escolta de Gim Nogales.

¿Quién es este tipo?: nada menos que el infame torturador de Gisela Peralta, la sirvienta en la casa de gobierno, con Guillermo Padrés Elías, acusada sin fundamento de haber robado dinero y pertenencias a la esposa del ahora ex presidiario.

Con todo el cinismo e impunidad que otorga el poder a quien se vuelve loco con éste, como fue el caso del “Temo” Galindo, éste no tuvo empacho de contratar a Fernández Portillo como su jefe de escoltas en el trienio nefasto en Nogales, no obstante pesar sobre éste una orden de aprehensión.

En fin, Dios agarre confesados a los nogalenses ante esta amenaza-