*Una oportunidad de negocio en medio de la crisis
Luis Enrique Ortiz
Hermosillo, Sonora a 7 de marzo de 2022.- México importa el 80% de los fertilizantes sintéticos que demanda su modelo de acumulación agropecuario. Los fertilizantes sintéticos son la receta permanente, por parte de la secretaría del ramo, para todo problema en el campo.
Cinco países son proveedores de 8 de cada 10 toneladas que se importan: Rusia, Bielorrusia, China, Irán y Egipto. Salvo el último, todos en confrontación política con nuestro principal socio comercial Estados Unidos. La gripita bélica del vecino distante, le puede dar pulmonía al mercado de los fertilizantes que requiere su patio trasero.
El campo mexicano para aguantar el ritmo de explotación al que está sometido necesita consumir anualmente 4 millones 900 mil toneladas de compuestos nitrogenados, fosfatados y potásicos, todos de laboratorio y en su mayoría provenientes de procesos petroquímicos en los que se consume, como en pocos procesos, gas natural. Es decir, todo un círculo vicioso y poluto de uso intensivo de hidrocarburos.
El modelo de producción en el agro de México se basa en los agronegocios y la explotación extensiva de los recursos naturales, es altamente contaminante de estuarios, lagunas, manglares, deltas o desembocaduras de ríos, arroyos y otras fuentes de agua dulce que van a dar al mar. El uso de fertilizantes químicos no sólo contamina, sino que provoca plagas y por tanto la demanda de agrotóxicos.
Los petroinsumos usados para elevar la productividad de la tierra, matan la biodiversidad del suelo, lo endurecen, reducen su capacidad de retención de humedad y no pocas veces mueren del todo erosionados. Los estragos causados al suelo por el uso de urea, por ejemplo, suelen tratar de ser corregidos, por recomendaciones agronómicas, con el uso de más nitritos y nitratos. Amoniaco.
En el Delta del Mississippi, se tienen referencias a la existencia de una zona muerta producto del uso indiscriminado de fertilizantes y agrotóxicos sintéticos. El uso de urea y otros “estímulos” para la tierra, van de la mano del uso de pesticidas, también de laboratorio, utilizados para el control de plagas que regresan año con año.
En Sonora, llegan al mar a diario compuestos nitrogenados (vulgo amoniaco), fosfatados o potásicos, sin contar pesticidas como glifosato, tamarón, malatión, paratión y otros no menos destructores de la salud. Las bahías de Moroncárit, Tóbari, Lobos o Guaymas son las principales receptoras de tales desechos agrícolas.
La doble dependencia estriba en que de cada 5 kilos de fertilizantes usados o disponibles en México, cuatro son de importación y al hecho de que el gobierno mexicano pretende llenar el vacío aumentando la producción de fertilizantes por parte de Pemex, con el uso exclusivo de hidrocarburos. Más de 15 millones de hectáreas de los 22 millones que se cultivan al año en este país, usan nitrógeno, fósforo y potasio de laboratorio para poder producir.Res
olver los problemas de la productividad de la tierra a base de fertilizantes sintéticos, puede representar hasta el 40% de los costos totales de producción de los principales cultivos comerciales. Sus precios se mueven al moverse el precio del petróleo, de ahí que una natural respuesta para combatir el fenómeno sea subsidiar tales insumos, al fin somos un país petrolero, cuyo costo real de producción por barril de crudo no llega a 20 dólares.
Bajo este esquema, el productor beneficiado entra en dependencia con el Gobierno de México a través de Segalmex.
La conversión de parcelas a producción orgánica no sólo rompería la dependencia del mercado internacional, sino del propio gobierno y otros agentes económicos, ya que la mayor parte de las compostas y caldos minerales para una producción sana, libre de agrotóxicos, son o pueden ser elaborados por el propio productor.
La producción orgánica no sólo beneficia al productor primario al reducir sus costos y vender a mejores precios, sino que le disminuye a los cuerpos de agua del planeta la presión contaminante de los residuos agropecuarios solubles en agua dulce.
Como colofón, los productos orgánicos contribuyen a retirar del mercado aquellas frutas, hortalizas o cereales en los que se utilizaron agrotóxicos que pasan de los frutos, granos o carne al cuerpo humano, ya que son bioacumulables y no pocas veces no biodegradables, lo que lleva a padecer cáncer, alzhéimer, hipertensión, diabetes o mal de Parkinson.
Reciente diagnóstico producto de un diálogo circular, con el presidente de la República, reveló las graves repercusiones que puede causar una guerra, aún lejana, al campo mexicano y al conjunto de todas las cadenas alimenticias. Inflación, escasez y mercado negro.
La producción de fertilizantes y prácticas orgánicas, además de una necesidad de solución impostergable, pueden ser una excelente oportunidad de negocios, incluso. Federico Engels de seguro les recomendaría a los capitalistas del campo migrar a orgánicos, si no por la vida sino por ser una excelente oportunidad de hacer dinero.


































