Y si le cambiamos el nombre y que sólo se llame El Quinto

-¿Quién mató a Obregón?
-¡Callesselaboca!

Luis Enrique Ortiz

Hermosillo, Sonora a 3 de abril de 2022.- Haberse pasado la Revolución por los huevos y reelegirse en el cerebro de hombres débiles, le pega en la madre a la lucha de millones de mexicanos que se creyeron el rollo de la No Reelección y murieron por ello.

Pero no fue Plutarco Elías Calles el primer sonorense que se quiso reelegir, sino que antes lo hizo Álvaro Obregón Salido, quién también le ganó al Zorro de Agua Prieta en eso de la corrupción, por aquello de los cañonazos de 50 mil pesos.

Ambos usaron la desaparición y el asesinato, para mantenerse en el poder al que llegaron por una rebelión campesina popular, en sus inicios, pero burguesa liberal por sus consecuencias prácticas.

Sólo que Calles salió más cabrón y mandó matar a Obregón, quién fue reelecto en 1928. Este había gobernado ya de 1920 a 1924 y los siguientes cuatro años la presidencia recayó en Calles. Luego del asesinato de Obregón, se inició en México un periodo conocido como Maximato, lapso de seis años en el que presidieron el Ejecutivo tres títeres de quien a partir del 1 de diciembre de 1928, fue conocido como el Jefe Máximo de la Revolución, institucionalizada.

Emilio Portes Gil, Pascual Ortiz Rubio y Abelardo L. Rodríguez, estuvieron a las órdenes de Elías Calles, hasta 1934, cuando llegó al poder Lázaro Cárdenas. Como consecuencua de ello el asesino de magonistas de Agua Prieta, fue expulsado del país junto con el líder sindical fundador de la CROM, Luis Napoleón Morones Negrete, acusado de corrupción.

Las normales rurales fueron fundadas durante el cardenismo para llevar educación a todos los rincones del país, los maestros eran formados en internados que garantizaban todas las condiciones necesarias para formar profesores de manera rápida, eficiente y calidad.

Los muchachos, en especial los más pobres, vivían en internados donde recibían alojamiento, alimentación y becas. Las normales rurales fueron un mecanismo de justicia social de efectos múltiples.

Pero además, estos planteles fueron vehículo de pensamientos que proponían como inevitable la necesidad del socialismo, como forma de lograr una verdadera equidad entre los seres humanos de una región o país.

Por eso se me hace de la chingada, que una escuela normal rural, fundada en el contexto organizacional de la Federación de Estudiantes Campesinos de México, tenga el nombre de quien fue el responsable de institucionalizar la corrupción en México. Un asesino con pensamientos de derecha, aprovechándose de un movimiento campesino popular, que a la larga fue el menos beneficiado de los logros de la Revolución.

Francisco Plutarco Elías Campuzano, no fue más que un delincuente que se montó en el sufrimiento de otros para acumular poder y riqueza, por supuesto. El apellido Elías de nuestro presente se remonta a aquella acumulación originaria del varo en Sonora.

Como dicen los mineros de Cananea cuando quieren cambiar de dirigentes sindicales: “Qué mamen otros”.

Yo diría: Que El Quinto vuelva a ser lo que antes era, que nunca deje de ser El Quinto y que no se le conozca con otro nombre nunca más, mucho menos con el del sátrapa guaymense quién robó, mató y despojó con poderes casi plenos, durante 10 años.

Dicen unos compas que el mismísimo Lucio estuvo ahí, sí ahí en El Quinto, antes que la injusticia lo llevase a subir a la montaña de Guerrero, armado, cazado como un animal con todo el poder del Estado, como solía hacerse con los movimientos que pretendían correr a la izquierda los frutos de la lucha iniciada por Madero, en lo político y continuado por Villa y Zapata en lo social, en especial educación y reivindicaciones agrarias.

El Quinto puede albergar la formación de maestros bilingües, yoreme mayo. Donde los maestros puedan despreocuparse del pago de la luz, de la comida y el hospedaje durante los cuatro años que dure la carrera.

Pero que nada más se llame El Quinto o en su defecto, Universidad Intercultural de Chucárit. Por qué no?