El Código
Manuel Fernando López
Este comentario parte de un periodista de Torreón, Coahuila, basándose en él, para una vez más, acusar al régimen encabezado por el mesías tabasqueño, Andrés Manuel López Obrador, de, en primera instancia, embustero, falaz y, en consecuencia de estar corrompido hasta el tuétano.
Narra el colega, lo de tanto ciudadano sabido: cómo desde su inicio al frente de este país, prometió terminar con la corrupción en todos los ámbitos, sobre todo contra los eternos detentadores de privilegios emanados desde el poder central: llamados por el tabasqueño, “conservadores y neoliberales”.
Narra y, con mucha razón, que viajar –mejor dicho, atreverse—desde la ciudad de Torreón al puerto de Mazatlán, le sale a cada conductor, ávido por conocer a o volver a disfrutar del mar, la friolera espantosa de dos mil 200 pesos por concepto de cobro de cuotas en las casetas de asalto—perdón, de cobro—que debe pagar en dicho tránsito hacia el punto turístico sinaloense.
Claro, sin contar la gasolina—la misma que este gobierno importa; claro, la paciencia es nuestra y esperaremos que ese fraude monumental de refinería de Dos Bocas, finalmente produzca así sea un galón de la misma—comida, hospedaje y demás necesidades del camino.
No están solo en este clamor: a lo largo y ancho de este sufrido país, donde ahora cabalgan las hordas de “chayros”, con espada en mano para aplastar a los “infieles” que se oponen a su “profeta”; miles de ciudadanos, estamos obligados a “tragar sapos” y, pagar en las casetas, para jamás saber hacia dónde fueron a parar tales dineros.
Mejor dicho si: a engrosar los bolsillos de tantos léperos concesionarios –muchas de tales concesiones ya vencidas además—con el aval de Capufe, Banobras y la SCT; por supuesto con la bendición de Mahoma, AMLO.
La caseta más cara de México, narra el colega es la de Lerdo a Durango y, por supuesto sin vías alternas para transitar. Es a “¡huevo!” y, alégale; amenazantes en cada caseta, elementos de ese engendro creado en este gobierno, llamado Guardia Nacional, listos para reprimir a quién ose no pagar, en franca violación al libre tránsito que establece nuestra carta magna.
Así de bravos deberían portarse contra los sicarios en Caborca, Altar, Magdalena y, demás puntos de la entidad, donde galopan a sus anchas, riéndose de éstos, que con refrigeración prendida van y vienen esquilando al ciudadano, al automovilista.
Pero, ya sabemos lo que le importa la ley a AMLO; ahora resulta que es de “seguridad nacional” su caprichito del tren maya y, en consecuencia váyase al diablo el Supremo Tribual de Justicia con sus impedimentos.
“¡El estado soy yo!” ha dicho el salvaje , admirador de “chico ché” y, de cuanto payaso tiene nuestro folklore nacional.
Por si faltaba algo en este grotesco menú: ha culpado a Estados Unidos, de estar detrás de los amparos contra dicha obra por tierras mayas; seguramente Joe Biden y, su gabinete no duermen, lucubrando planes para boicotear su “trenecito”.
Dónde te encuentres Alfonso Cannan Castaño y demás integrantes del Movimiento por el Libre Tránsito en Sonora, regresen a tomar las casetas.
Mejor no: esta sociedad de “agachados” no vale la pena tal sacrificio; no hay nada como la comodidad del hogar, el internet y demás artilugios tecnológicos para aislarse de la realidad; que siga el saqueo de la horda encabezada por AMLO y compañía.
Tan lo es, que ya le asignaron la concesión de dicho tren al Fonadin por ¡35 años!, aún no cazan la liebre y, ya están comiendo el caldo.
Lo bueno de todo, es que ya “no somos los mismos…”; tiene razón AMLO, ¡son peores!.





































