Luis Enrique Ortiz
El 22% de los sonorenses no pueden hacer una carnita asada y eso si calienta
En el mundo existen al menos 830 millones de personas que padecen hambre y 2 mil 500 millones adicionales que sufren algún grado de pobreza alimentaria.
México pertenece al grupo de países que aportan a tan dantesca y apocalíptica visión del presente y nuestra Sonora querida, no es la excepción.
El estado es uno de los menos pobres del país, según todas las mediciones oficiales de la pobreza, pero aun así contabilizó en 2020, más de 660 mil personas que no podían costearse una canasta alimentaria sana, suficiente y nutritiva.
La cifra aumentó en 2021 por la persistencia de la pandemia de Covid-19 y la insuficiente recuperación económica por la cuantiosa caída de la producción mundial del año anterior y seguramente aumentará en 2022, derivado de un proceso inflacionario global que afecta en distintas magnitudes a cada país.
Pero adoptemos la cifra que usará la Secretaría de Desarrollo Social, para lanzar su nuevo programa “Aquí se queda”, que consistirá en dar un subsidio en efectivo, mensual de mil pesos, a las familias más pobres.
El programa contará con cinco millones de pesos para todo el estado, de acuerdo con datos oficiales.
El apoyo llegará, por esta vez ya que se trata de un plan piloto, sólo a poco menos de 5 mil 500 personas y no se cuenta con datos oficiales para saber si ese universo crecerá en 2023. Debería, porque por desgracia la producción de pobres no se detuvo en 2021 y mucho menos lo hará a lo largo del presente.
Sin embargo, de acuerdo con la Sedeson, “dos de cada diez personas, equivalente 661 mil individuos, carecían de recursos para adquirir productos de la canasta alimentaria”.
El 22.4% de los sonorenses -suponiendo que el crecimiento de la pobreza se detuvo en seco el 1 de enero de 2023- no pueden hacer una carnita asada y eso sí calienta.
La pregunta es ¿Qué programa atenderá a los otros 655 mil sonorenses que también sufren pobreza alimentaria y seguramente -también- patrimonial? El programa “Aquí se queda” ¿Dónde y cómo se va a aplicar? ¿lo hará a través de los Caminantes por la Transformación?
¿Con qué criterios se selección se garantizará que el exiguo apoyo, llegue realmente a las personas más pobres?
Este tipo de cosas suelen quedar en la opacidad, en especial cuando se hace uso de estructuras de gobierno para apuntalar carreras políticas, por muy legítima que sea la aspiración, pero está usando recursos públicos para promoverse.
¿Ahora sí pasarán casa por casa o volverán a citar a las personas en plazas públicas, para luego desechar sus solicitudes de apoyo para aliviar su crónica pobreza? ¿Usarán chalecos guindas los caminantes? ¿se utilizará el programa para crear clientelas electorales?
Pensemos positivo y creamos que esos cinco millones se multiplicarán y/o reorientarán a esquemas de mayor rentabilidad social, es decir que le sirvan más a la gente que al funcionario que cacarea un pretendido éxito y por anticipado.
También vamos a asumir que es una buena señal el hecho de que el gobernador haya prohibido el uso de los colores de MORENA -no sólo en los próximos uniformes que el gobierno de Alfonso Durazo Montaño, dará en especie a los estudiantes de primaria y secundaria a fines del próximo ciclo escolar- sino en todo tipo de actos oficiales y promoción de programas públicos.
Tal vez por eso y luego de la gira de Durazo Montaño a Etchojoa a dialogar con autoridades mayo hace unos días, dos de las principales candidatas a lo que sea, como son Wendy Briceño y Lorenia Valle, titulares de la Sedesson y el DIF estatal, respectivamente, tuvieron que ir a La Parisina a comprar telas de otros colores, para confeccionar sus prendas para horario de trabajo.
Esa es una buena señal de parte del gobernador, porque nos hace creer que hay esperanza en que los escasos y flácidos programas sociales no serán usados para crear estructuras partidistas -al margen de la ley- con la lana del pueblo.
Wendy Briceño y Lorenia Valle son acusadas por sus propios compañeros de partido, de usar de manera facciosa, sectaria y en ocasiones hasta torpemente, los recursos con los que la Cuarta Transformación pretende combatir la desigualdad y la pobreza en Sonora.
Ambas quieren ser senadoras -para luego buscar la gubernatura- y ello ha desatado una guerra de protagonismo en redes sociales y medios comerciales.
En su loca carrera electoral han lastimado incluso a militantes de su propio partido, pero también han creado una cortina de hierro con aquellos que no les rinden alabanzas y que no difunden como primicia sus triunfos parciales y más de una vez irrelevantes, como eso de atacar al hambre de más de medio millón de personas con 5 millones de pesos.
“Aquí se queda”, por sí sólo, no aliviará el hambre de los municipios de Álamos, Benito Juárez, Etchojoa, Hermosillo, Huatabampo, Navojoa, Quiriego, San Ignacio Río Muerto y San Miguel de Horcasitas, a los que será dirigido.
De seguro en Hermosillo, donde el hambre es más grande, deberán ser aplicadas al menos 300 acciones y un número similar en Etchojoa. A Quiriego y San Miguel de Horcasitas no les tocarán ni cien entre los dos.
Programas como “Aquí se queda”, deben ser parte de una visión integral y multifactorial como es el hambre, donde la falta de ingreso suficiente puede ser un componente importante, pero no es lo único.
La dádiva asistencial puede ser multiplicada si se apareja la política pública con otras como son el desarrollo de capacidades para la producción en el medio rural y urbano, que genere ingresos propios por la vía del ahorro en compra de alimentos o incluso en su venta a nivel local, fortaleciendo la economía de las comunidades.
La reducción del hambre y de todos los excluidos del derecho a comida sana, suficiente y nutritiva, debe pasar por una política integral de autosuficiencia alimentaria que combine las políticas asistenciales con desarrollo de capacidades.
Una alimentación sana, suficiente y nutritiva producirá una sociedad con menos enfermedades de todo tipo, y reducirá en el mediano y largo plazos la presión sobre el sistema de salud pública y las finanzas públicas.
Pero en fin, ni Wendy y mucho menos Lorenia, están preparadas para esta plática, por su frenesí político de vivir en campaña permanente, como si el mundo se fuese a acabar mañana.
A Wendy la puede redimir su sincera relación con grupos de defensa de los derechos humanos o como el caso de violación de una regidora de MORENA por compañeros de partido.
A Lorenia, quién la podrá salvar del caso Guaymas, una vez que la Comisión Estatal de Derechos Humanos, ya le mandó una recomendación por el caso del albergue con niños durmiendo “a raíz” en el suelo.
Así las cosas con la política social del primer año de la 4T versión carnita asada.































