Luis Enrique Ortiz
Un conjunto de condiciones donde se incluyen a al menos media docena de servidores públicos que no le sirven, que se la llevan de manera permanente en campaña promoviendo su imagen personal, antes que las prioridades del nuevo gobierno de centroizquierda, han provocado un acelerado desgaste de la imagen y administración de Alfonso Durazo Montaño, justo al cumplirse un año de iniciado su mandato, como titular del poder Ejecutivo de Sonora.
Seguridad pública, escasa inversión pública y combate a la corrupción en pasadas administraciones, concentran las asignaturas pendientes del mandatario, quién a 12 meses de estrenarse como gobernador, sigue utilizando el argumento de que recibió un estado con finanzas públicas en quiebra y un conjunto de rezagos sociales provocados por sus antecesores.
Las regiones de Caborca, Guaymas-Empalme y Cajeme, son pródigos en delitos de alto impacto, incluso con las incursiones de miles de elementos de la Guardia Nacional y más recientemente del Ejército. Reaparecieron fenómenos como el secuestro y se incrementó el número de levantones, desaparecidos y hallazgo de restos humanos en fosas clandestinas.
La inversión pública ha sido sin duda el rubro más castigado en los primeros 12 meses de Durazo Montaño al frente de la administración pública estatal. Obras urgentes como el control de avenidas y/o de aguas negras en Nogales, Empalme o Guaymas, darán inicio hasta mediados de 2023, por lo que mientras tanto las amenazas de inundaciones sigue vigente al menos seis meses más y la mierda seguirá corriendo por las calles del principal puerto sonorense, otro tanto de tiempo.
En materia de combate a la corrupción, el mandatario ha sido víctima de las razones de Estado del presidente, en su cuestionable alianza con la ex gobernadora Claudia Pavlovich, cuyas razones tienen mucha lógica política, pero que no dejan de hacer encabronar a la raza que se creyó eso de meter al tambo a los que “ya nos saquearon, pero no nos volverán a saquear”, ¿en serio?.
Todo eso agudizado con la incompetencia de más de un servidor público que no se ha bajado del ladrillo, y uno que otro que ha acumulado sospechas de hacer cosas que un funcionario de su partido no debería de hacer, para que no lo acusen de que es igual que los que se fueron.
Hay quienes se la viven en campaña, ya les prohibieron usar los colores de MORENA en horas de trabajo, pero la promoción personal con recursos públicos, antes que el cumplimiento verdadero de metas y objetivos de gobierno es el pan nuestro de cada día en el gabinetazo de Durazo.
En este contexto, uno de los personajes más votados para ocupar el Gobierno de Sonora, sufre la caída de su aprobación y baja varios lugares en el contexto del desempeño de los demás gobernadores y la Jefa de Gobierno.
Por desgracia ni el clima, la violencia del crimen organizado y mucho menos las ordenes superiores dependen de la voluntad del mandatario, por lo que los márgenes para hacer ajustes se reducen al contexto de la administración pública que encabeza. Los cambios y su dimensión que podrían resultar del correctivo, sólo Durazo lo conoce, pero de que debe de haber cambios, no hay duda.
No todos los cambios tendrían que ser en este momento, algunos serán en diciembre y otros tal vez a medio 2023, cuando se tenga más claridad sobre quienes van sobre las candidaturas locales y federales que se disputarán el siguiente año.































