“La política es el camino para que los hombres sin principios, puedan dirigir a los hombres sin memoria….”

El Código / Manuel Fernando López

Esta es la triste realidad de este país; los primeros se han adueñado de los segundos; la mentira es su principal arma; el fin, justifica los medios – Maquiavelo—y, “como anillo al dedo” para los vividores del engendro de la 4T.
Este Frankestein, construido con cascajos procedentes de todos los partidos políticos, este engendro manejado por el gran engañador, AMLO, carente de principios y, sujeto a las diarias ocurrencias del mesías tabasqueño, avanza aplastando todo a su paso.
Ayer, fuimos testigos de otro espectáculo grotesco en el Congreso del Estado, donde dos diputadas, Elly Sallard y Karina Zárate, “vieron la luz” y, tiraron sus ropajes con los que llegaron al Poder Legislativo para correr a los brazos de Morena.
Lo peor aún: sin rubor alguno, sin respeto a su “independencia” como diputadas que llegaron a sus curules mediante el voto ciudadano, aparecen fotografiadas con el gobernador Alfonso Durazo Montaño, rindiéndole pleitesía y adoración.
A estas alturas, interminables son las lágrimas—ajá–vertidas por los ciudadanos en sus respectivos distritos por dicha traición; un desengaño más para quienes fueron a las urnas a emitir sus votos para tales mujeres.
¡Vamos hombre!; todo sea por la “dieta” y, sentirse por tres años, cuasi diosas en el Congreso del Estado: total, hoy por hoy, es su majestad la mentira, la traición, el oportunismo la moneda en curso, para continuar en la generosa ubre presupuestal.
Largas e interminables las filas de ciudadanos compungidos a causa de la traición de estas mujeres; más, cuando tanta ayuda recibieron para la supervivencia diaria en sus hogares; han tirado –las diputadas – los ropajes con que llegaron y, desde ya, portan el uniforme de los “iluminados”.
Han sumido al pueblo en un dolor interminable; lloremos por tan irremediable pérdida de tan brillantes tribunos; para siempre permanecerán en la memoria legislativa, sus brillantes aportaciones, envidiables para quien se crea político, incluyendo al enorme Marco Tulio Cicerón.
¡Oh que lamentable pérdida!.