Rastrillando 11/06/2024
Mario Munguía Murillo
Estos días se ha notado más el calor, los rayos solares se sienten en la piel cual brazas y, la necesidad de ingerir líquidos, agua, se transforma en una obsesión que a veces, raya en pánico (claro, solo aquellos que caminamos “a pie” por estas calles de Dios).
Según los científicos estudiosos del Cambio Climático aseguran que:
“El mundo ya se ha calentado 1,2 °C, y los científicos afirman que el calentamiento adicional provocado por El Niño podría ser un anticipo de cómo será la vida con 1,5 °C, el límite al que aspira el Acuerdo de París sobre el Clima.
2016 fue la última vez que un fenómeno de El Niño causó un calor tan mortífero, y ese año puede dar pistas sobre lo que nos espera”.
Cuenta una de las leyendas –o mito– sobre lo que hoy conocemos como el Fenómeno del Niño, que en la costa ecuatoriana apareció una imagen –de bulto—semejante a un niño y, los aborígenes que vivían en la costa del Pacifico, creyeron era una señal del mar que les mandaba “un niño”; seguramente de algún galeón que naufrago, pues hay que recordad que los barcos del siglo XIV y XV adornaba la nave con una escultura que colocaban en la proa que representaba, por lo general un ser mitológico.
Otra leyenda dice que:
“Originalmente, El Niño fue el nombre que los pescadores peruanos dieron al periodo de anomalía de calentamiento de las aguas, y como consecuencia la pérdida de la pesca en la costa noroccidental de América del Sur (entre Ecuador y Perú). Se escogió el nombre del Niño porque este episodio coincide con la época de Navidad, refiriéndose al Niño Jesús”.
Lo cierto es que El Niño, y también la Niña, son el fenómeno meteorológico que si existe.
En las costas del Golfo de California, cuentas los pescadores que, ellos saben cuándo aparecerá El Niño, esto porque empieza aparecer mucho sargazo y la coloración del mar se torna rojiza.
Esto, cuentan que se veía cada siete años; hoy, aseguran que se ve mas seguido y, la actividad pesquera pierde cada vez más producto.
Bueno, en este contexto nos enfrentamos a una realidad donde el ser pensante, el homo sapiens, tiene la disyuntiva de mejorar su forma de vida, cambiar su costumbre consumista y, sobre todas las cosas, dejar de contaminar su entorno no tirando basura de todo tipo.
Dicen los expertos científicos que, de seguir así, el Planeta Tierra en los próximos años se vera colapsado con lluvias atípicas en lugares menos inesperados, ríos contaminados y los mares también; igual, tornados y huracanes incrementaran su fuerza destructora.
Todo esto, se vera reflejado en la falta de agua para consumo humano. De hecho, hoy en día el principal problema mundial.
Pero bueno, seguramente los jóvenes de hoy y los políticos menos conocen lo que un día “el Jefe Seattle, líder de la tribu Suquamish, dejó una carta en 1854 que se ha convertido en un poderoso testimonio sobre la relación entre el ser humano y la naturaleza. En esta carta, dirigida al presidente de Estados Unidos, se expresan reflexiones profundas y una visión holística de la vida en armonía con el entorno natural”.
Aquí un extracto de la misiva:
“…Soy un hombre salvaje y no comprendo ninguna otra forma de actuar. Vi un millar de búfalos pudriéndose en la planicie, abandonados por el hombre blanco que los abatió desde un tren al pasar. Yo soy un hombre salvaje y no comprendo cómo es que el caballo humeante de hierro puede ser más importante que el búfalo, que nosotros sacrificamos solamente para sobrevivir.
¿Qué es el hombre sin los animales? Si todos los animales se fuesen, el hombre moriría de una gran soledad de espíritu, pues lo que ocurra con los animales en breve ocurrirá a los hombres. Hay una unión en todo.
Ustedes deben enseñar a sus niños que el suelo bajo sus pies es la ceniza de sus abuelos. Para que respeten la tierra, digan a sus hijos que ella fue enriquecida con las vidas de nuestro pueblo. Enseñen a sus niños lo que enseñamos a los nuestros, que la tierra es nuestra madre. Todo lo que le ocurra a la tierra, le ocurrirá a los hijos de la tierra. Si los hombres escupen en el suelo, están escupiendo en sí mismos.
Esto es lo que sabemos: la tierra no pertenece al hombre; es el hombre el que pertenece a la tierra. Esto es lo que sabemos: todas la cosas están relacionadas como la sangre que une una familia. Hay una unión en todo…”
Pero mejor a’i se las dejo…¡¡¡SARAVAH!!!































