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Miles de personas salieron a las calles en varias ciudades del país, exigiendo mejoras urgentes en el acceso al agua potable y la electricidad
En las últimas semanas, Madagascar enfrenta una escalada de tensión social y política alimentada por manifestaciones diarias en varias ciudades del país. Jóvenes agrupados en el movimiento Gen Z Madagascar lideran las protestas, exigiendo mejoras en servicios básicos y mayor transparencia gubernamental.
Bajo este contexto dramático, en un discurso televisado a todo el país, el pasado martes, el presidente Andry Rajoelina reconoció la indignación de los miles de jóvenes que han salido a la calle en la última semana para denunciar la incapacidad del gobierno de garantizar un suministro estable de electricidad y agua.
Según The New York Times, la crisis llevó a Rajoelina a destituir al primer ministro Christian Ntsay y a todo su gabinete, quienes permanecerán en funciones de manera interina hasta que se designe un nuevo primer ministro. A pesar de ello, las protestas se mantienen activas en la actualidad.
Hoy el presidente Andry Rajoelina afirmó que su gobierno fue blanco de un intento de golpe de Estado promovido, según indicó la agencia AFP.
Este hecho se produjo mientras la juventud, reunida bajo el nombre de Gen Z Madagascar, desafía el orden establecido y exige respuestas ante una precariedad estructural persistente.
La ola de protestas comenzó el 25 de septiembre. La movilización surgió por deficiencias en servicios esenciales como agua y electricidad, extendiéndose hacia demandas por corrupción y falta de transparencia.
La Organización de las Naciones Unidas estimó al menos 22 muertos hasta el momento y varios cientos de heridos desde el inicio de las protestas.
Sin embargo, el Ejecutivo malgache rechazó estas cifras, atribuyéndolas a informaciones erróneas. El malestar atraviesa diversos sectores, desde sindicatos de aduana y funcionarios penitenciarios hasta trabajadores de servicios públicos, quienes han convocado a huelgas.
El mandatario acusó a países y agencias extranjeras de financiar el movimiento opositor para destituirlo por fuera de mecanismos electorales.
Además, la ministra de Relaciones Exteriores, Rasata Rafaravavitafika, señaló a AFP la presencia de una “campaña digital dirigida y un ciberataque masivo” proveniente de otro país e identificó a grupos que buscan explotar la situación mediante la desprotección de parte de la juventud local. Aunque el gobierno no proporcionó datos concretos ni señaló responsables, sostuvo que el fenómeno trasciende el mero descontento interno.
El movimiento Gen Z Madagascar rechazó el discurso presidencial, calificándolo como “sin sentido”. Según declaraciones recogidas por AFP, los líderes juveniles consideraron insuficiente la respuesta del gobierno y señalaron sentirse ignorados.
“Representamos a un pueblo indignado que no puede ser manipulado”, publicaron en redes sociales. Exigen inclusión en el proceso de designación de nuevas autoridades y la investigación de la represión policial, y otorgaron un plazo de 24 horas al presidente para atender sus demandas, advirtiendo la adopción de todas las medidas necesarias en caso de no recibir una respuesta satisfactoria.
El movimiento encontró eco en jóvenes que se identifican con causas similares en Nepal, Indonesia y Filipinas, adoptando símbolos globales, como la bandera pirata inspirada en One Piece, combinados con elementos locales. Esta estrategia permitió sumar apoyos de otros sectores sociales e incluso de la oposición tradicional, poco cohesionada en la última década.
En ciudades como Mahajanga, Fianarantsoa y Toliara, según medios locales citados, las manifestaciones persistieron a pesar de un fuerte operativo policial. La capital permaneció bajo un virtual cerco de seguridad, la circulación está restringida y la actividad comercial se vio alterada por la magnitud de las protestas. Vehículos policiales recorrieron el centro para dispersar concentraciones y reprimieron a los manifestantes en diversas ocasiones.
El trasfondo de la crisis es la pobreza estructural que afecta a casi el 75% de la población en una nación de aproximadamente 32 millones de habitantes.
The Guardian, citando al Banco Mundial, informó que el ingreso anual promedio fue de solo USD 545 por persona en el último año, cifra que ubica a Madagascar entre los países más empobrecidos del planeta. La concentración de poder de la elite política sobre los recursos nacionales y las instituciones, así como la falta de competencia y transparencia, profundiza este escenario.
Los manifestantes denuncian que en todos esos años no hubo mejoras tangibles en servicios básicos ni en economía, a pesar de la abundancia de recursos naturales como piedras preciosas y vainilla.
La corrupción estructural es otra de las preocupaciones principales. Madagascar se ubica en el puesto 140 de 180 países del índice de percepción de la corrupción de Transparency International.
El hartazgo se expresa en reclamos de reformas políticas de fondo y elecciones limpias.