Dr. Shivago
dr_pin_shivago@hotmail.com
Tal como lo hemos hecho desde hace ya 18 años, hoy en Marquesina le presento las calaveritas con motivo del Día de Muertos, siendo una tradición en nuestra cultura mexicana que data de fines del siglo XIX.
Advierto, eso sí, que no son muchas, pero las presento con la finalidad de hacerlo pasar un momento de vacile y distracción; esperemos sean de su agrado, y si no es así, pues ni modo, se aguanta y usted haga sus propias calaveritas.
Claudia Sheinbaum Pardo, la primera mujer presidente de México.
Con su carita de mustia/
la Sheinbaum quiso burlar/
a la parca que la buscaba/
pa’ llevársela a enterrar.
Dame chance otro ratito/
Claudia pedía angustiada/
todavía no estoy lista/
para irme a la tiznada.
No serás tú quien decida/
lo que debo yo hacer/
así respondió la flaca/
para entonces proceder.
De certero guadañazo/
la cabeza le arrancó/
por cábula y embustera/
el suplicio ahí terminó.
Hoy descansa en fría tumba/
aunque de mucha elegancia/
se acabaron las mañaneras/
¡eso sí que ya es ganancia!
Por pasillos de Palacio/
dicen un llanto escuchar/
es el alma de la Sheinbaum/
que no deja de jorobar.
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Alfonso Durazo Montaño, gobernador del Estado.
La muerte nunca perdona/
así seas un hombre serio/
si tu hora ya ha llegado/
te carga pa’l cementerio.
Así ocurrió con Alfonso/
gobernador de Sonora/
al que la parca encontró/
tomándose un bacanora.
El nativo de Bavispe/
ni las manos metió/
y de corte muy preciso/
la huesuda lo partió.
Dicen andaba ocupado/
con el tema de la presa/
pero ahora donde yace/
eso ha nadie le interesa.
Muchos proyectos quedaron/
pendientes de concretar/
pues los tiempos no le dieron/
pa’ Sonora transformar.
Por motivos de austeridad/
con petate lo amortajaron/
y en una discreta fosa/
su cuerpo depositaron.
Hoy sobre su tumba lloran/
Froylán, Paulina y la Mijita/
mientras del Adolfo dicen/
dio el pitazo a la calaquita.
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Antonio Astiazarán Gutiérrez, alcalde de Hermosillo
En una carroza eléctrica/
llegó la muerte fachosa/
andaba en busca del Toño/
pa’ llevárselo a la fosa.
El Alcalde de Hermosillo/
se puso muy ojo avizor/
pues no quería le truncarán/
la candidatura a Gobernador.
Sin embargo su destino/
ya lo tenía marcado/
pues la parca lo encontró/
por rumbos del mercado.
Si algo todos sabemos/
es que la muerte no respeta/
hagas bien o no la chamba/
igual terminas en gaveta.
Fue este día por la mañana/
que la sentencia se cumplió/
por ahí dicen que la chairiza/
a la huesuda contrató.
Así acabaron los días/
se quien tuvo grandes planes/
lástima que en su camino/
se topó con los rufianes.
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Lorenia Iveth Valles Sampedro y Carlos Javier Lamarque Cano, senadora y alcalde cajemense, respectivamente, además de suspirantes a la candidatura de Morena a la gubernatura
Cansada de tanto abuso/
y político embustero/
la catrina se propuso/
meterlos al agujero.
Lorenia y Javier andaban/
cada quien en su campaña/
cuando les saltó la muerte/
blandiéndoles su guadaña.
Ambos pedían clemencia/
jurando que cambiarían/
pero eso ya sería creer/
que las ranas volarían.
En el caso de Lamarque/
andaba tan despistado/
que a la muerte confundió/
con un compa diputado.
Lorenia muy a su estilo/
nunca dejó de sonreír/
creyendo que siendo fashion/
la huesuda la dejaría ir.
Al final ambos quedaron/
metidos en un morral/
ni pa’ mortaja alcanzaron/
porque se portaron mal.
Una cosa es cierta/
y es un caso pa’ la araña/
que todavía es hora/
que nadie los extraña.
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La despedida
Espero les hayan gustado/
las afamadas calaveras/
que cada año aquí les traigo/
a los lectores de a de veras.
Aunque usted no lo crea/
fueron hechas con esmero/
así se hace en Marquesina/
donde usted es lo primero.
Vuela muy alto calaquita/
pero cuida no hacerte daño/
y diles a quienes encuentres/
que nos vemos el otro año.
Hasta luego
PD.- Debido a asuntos personales que debo atender, este espacio editorial quedará en “stand by” durante poco más de dos semanas; por fortuna, y esto lo comento para efectos de que no se haga mitote, diciendo que me fui a carrocear porque quiero andar en campaña, (como alguien por ahí ya lo hizo), en mi caso es por causa meramente placentera.









































